#ElPerúQueQueremos

El Congreso del FA se desarrolló en Villa El Salvador, en la periferia de Lima. Se eligió democráticamente a un Consejo Nacional integrado por 50% de mujeres, SIN NECESIDAD DE FIJAR DICHA CUOTA. El Congreso de la República está en el centro de Lima, custodiado por cientos de policías, tiene alrededor del 85% de desaprobación. 

HISTORIA DE DOS CONGRESOS

El Congreso del Frente Amplio y el Congreso de la República

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, …la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual.” 

Charles Dickens

Publicado: 2015-08-06


El 18 y 19 de julio se llevó a cabo el primer Congreso Nacional del Frente Amplio. Como hecho político está llamado a ser un hito fundacional en la nueva forma de hacer política desde la izquierda. Paralelamente, en los últimos días, el Congreso de la República ha sido escenario de hechos políticos inversamente proporcionales: repartija, ignominia, hastío, en fin… la derecha y la vieja partidocracia. Como cotejara Dickens en su Historia de dos ciudades -sobre el acontecer social y político de París y Londres- “…tanto en lo que se refiere al bien como al mal, (…) solo es aceptable la comparación en grado superlativo”.

SI QUEREMOS TIERRA Y LIBERTAD SEMBREMOS UN PUEBLO UNIDO, un congreso como hecho político y pedagógico

No basta un contenido programático novedoso –la apuesta por salvar la tierra frente a la amenaza del extractivismo capitalista, por ejemplo-; no basta la renovación de la política –la siembra de esperanza en este contexto es un acto heroico, pero ¿quién cosecha?-; necesario es forjar la unidad del pueblo que lucha, del pueblo que está a la izquierda más allá de tal o cual rótulo, eso es lo que asegura el resto.


Dos días de congreso en uno de los distritos más populares y emblemáticos del Perú, autofinanciado por cada compañero de Lima subvencionando con su entrada a compañeros de otras regiones, con más de 600 personas de las cuales cerca de 400 habían sido elegidas como delegados plenos en asambleas previas. Un gran espíritu unitario, expresión no de un discurso maniqueo sino de todo un proceso de construcción desde abajo, no de una foto con los mismos de siempre si no de un esfuerzo marcado a pulso desde las movilizaciones contra la ley pulpín, hasta la lucha contra Tía María. Queda ahora el reto por convertir la emoción de los discursos y las consignas unitarias en mayores dosis de organización.

Entre otras cosas se aprobó:

Una plataforma programática como instrumento aglutinador del pueblo. Esta no debe ser entendida como artificio de académicos, sino como sistematización de las luchas que ya existen. Ordenamiento estratégico de los reclamos de asociaciones y organizaciones de la población que expresan relaciones sociales de producción que no encuentran respuestas en la institucionalidad política formal (desde agricultores y pueblos originarios, hasta microempresarios y trabajadores). Un programa que debe seguir desarrollándose al contacto con la ciudadanía y su quehacer cotidiano.

La elección de candidaturas (la Presidencia y 1era. Vicepresidencia por ejemplo) en primarias abiertas a la ciudadanía. Que no solo sean un proceso administrativo de correlación de fuerzas ya existentes, sino un hecho político y pedagógico de cara a la gente. Fue un acuerdo mostrar nuestras precandidaturas, y así se hizo. Hasta ahora las inscripciones son las de Marco Arana, Luis Salgado y Martín Guerra.

Si la izquierda no se reencuentra con la ciudadanía no es izquierda, por más que se unan todas sus cúpulas y bailen la ronda. No se trata de un arreglo de cúpulas entre dos o tres membretes. Las primarias ciudadanas, entre otras muchas cosas que autocríticamente como izquierda debemos hacer, buscan romper ese aislamiento. ¿No es eso lo que ese famoso 30% (creemos que es más) del electorado rebelde quiere? ¿O vamos a imponerles nuevamente el criterio de 2 o 3 opinólogos que ni siquiera representan a ese 2% que se identifica con la izquierda y sus organizaciones? ¿Acaso la opinión de la gente no cuenta?

Sin embargo, hubo aspectos críticos, algunos de ellos:

• A pesar del esfuerzo falto más debate. Quedaron pendientes muchos detalles en los temas de alianzas, cuando era en el congreso donde se debieron zanjar.

Muchas bases no pudieron expresarse como hubiesen querido, sin embargo dieron su confianza al elegir la dirección del FA, las anima una vocación sincera por construir. No fue la entrega de un cheque en blanco, fue demostración de mayor olfato político, vocación de poder real más allá de la especulación en las altas esferas. No es que confíen a ciegas en la dirección, es que no le temen, no creen en tótems sagrados.

Aún se transmite temor desde un sector de la dirección hacia las bases, se desconfía de estas –y en última instancia de uno mismo-. Aún no se demuestra estar a la altura de las circunstancias, pero hay un intento a diferencia de otros sectores de la izquierda tradicional a los que no les interesa la participación del pueblo.

El balance ha sido positivo, resultó cuantitativa y cualitativamente de mayor éxito que los anteriores encuentros del FA, incluso cuando había más partidos tradicionales que se arrogaban su conducción y negaban el ingreso de otras fuerzas -al Partido Pueblo Unido por ejemplo-. Quedó demostrada así la esterilidad de la vieja política, esa que mira por encima del hombro a los pueblos en lucha y sus nuevas organizaciones. ¿Acaso se bosqueja el inicio del fin de la vieja partidocracia?

CRÓNICA DE UNA FARSA ANUNCIADA, la elección de la mesa directiva y el discurso presidencial

El 26 de julio se realizó en el Congreso Nacional de la República la elección de su última mesa directiva. Al día siguiente los titulares comentaban el triunfo de la oposición. ¿Oposición? ¿A qué? ¿Acaso al modelo económico o a la forma antidemocrática de gobernar? Definitivamente no. Más allá de las pugnas de las sectas que controlan el legislativo, la situación no ha variado. Las alianzas para la elección de la mesa directiva demuestran que en última instancia el fujimorismo, el alanismo, el ppkausismo y otros arribistas de diversa laya, todos defienden al unísono el sistema capitalista, extractivista y lumpenizado, tanto como el nacionalismo humalista. Existe por supuesto una verdadera oposición en el congreso, pero esta solo es tal cuando se convierte en altavoz de las luchas sociales y no de sus propios afanes. Por ello resulta cándido pensar que la vacancia presidencial mejorará en algo nuestra situación, ¿quiénes asumirían su puesto? ¿Acaso alguien a favor del pueblo? Seguramente no.

A pesar de lo trágico de la noticia para los intereses de la patria, a la mayoría de la población no le importa mucho lo que sucede en este poder del Estado, a decir de la desaprobación de su gestión - alrededor del 85%-. Sin embargo ello no demuestra que sea ese el porcentaje de peruanos que les da lo mismo quienes deciden sobre su futuro, si no la quiebra del Estado de Derecho y sus instituciones tal y como se manifiestan hoy en día. En cualquier teoría política el elemento de validez o de legitimidad es fundamental, y esto es justamente lo que está en cuestión para un gran sector de peruanos que no cree en este Estado, pero ansía -vislumbramos- su profunda renovación.

Como si eso no fuera poco el 28 de julio tuvimos que escuchar –los pocos que lo soportamos- el último discurso presidencial de Ollanta Humala. Tedio, rabia, estupor. Incluso risa… si no fuera porque se trataba del informe más importante de la persona que dirige los destinos de la patria. Sin embargo he allí el detalle, pues nuestro presidente preside pero no gobierna. El país está al mando de distintas mafias, la tradicional de la CONFIEP y la concertación de medios, en acuerdo y disputa con la lumpen de los cacicazgos de García, Fujimori y los poderes locales vinculados a los diversos tipos de tráficos ilícitos, es decir aquellas a las que hoy el inquilino de Palacio de Gobierno hace el juego o simplemente sirve patéticamente. Justamente allí reside la quiebra de este tipo de Estado. ¿Cómo entender si no que la mayoría de la población haya luchado por lo que percibía como la victoria de un cambio –por dudoso que se haya presentado-, frente al continuismo en las justas del 2011? Y que hoy justamente esa mayoría sea la que rechace más febrilmente la actitud ignominiosa de Humala, o la que no esté dispuesta bajo ningún motivo a votar por los representantes del neoliberalismo y menos por los traidores (veamos el porcentaje del anti voto de Fujimori, García, Kuczynski, Simons, etc.)

A pesar de ello, consideramos que agitar el programa de la gran transformación no fue un error, el que erró (traicionó) fue Humala no la gente que creyó y cree en ese programa. Fue correcto agitar la propuesta nacionalista el 2011 –no mimetizarnos con esta, no planteamos jamás confundirnos en el PNP-, pues era necesario arriesgar para construir y a pesar de que éramos conscientes de la posibilidad de la traición, teníamos la certeza que incluso bajo ese escenario el nivel de consciencia y organización de la población se fortalecería, y así fue. ¿Cómo explicar sino la radicalidad de quienes se sintieron burlados y salieron a las calles en la resistencia contra Conga y Tía María por ejemplo? A decir de la propia derecha: Humala ha agudizado la lucha de clases (Ver entrevista a Hernando de Soto).

Sin embargo, esta suerte de nausea colectiva, expresión de un malestar acumulado, bien podría desencadenarse en la renovación de la política y la redención de la patria, como -a contrapelo- en el apogeo del cinismo totalitario como resultado de la frustración de una sincera aspiración de cambio. He allí la responsabilidad histórica del individuo denominado Ollanta Humala. He allí también la nuestra, la de encauzar adecuadamente ese disgusto aluvional y convertirlo en justa esperanza de triunfo. Pero para ello hay que tener ambición de poder y audacia para empatar con esos sectores de la población, es decir la capacidad de hacer todo lo contrario a lo que la izquierda tradicionalmente ha venido haciendo.

EL FRENTE AMPLIO como posibilidad

¿Qué viene ahora? ¿Se cierra con nuestras primarias toda posibilidad de aglutinar más esfuerzos? No, volvemos a manifestar lo que ya hemos dicho: La unidad con todos, a excepción de aquellos a los que el pueblo ha calificado como traidores, los que desde el gobierno defendieron el modelo neoliberal aún a costa de las vidas de muchos compatriotas. (Ver artículo de Martín Guerra, El factor Yehude)

¿Puede haber un proceso de unidad mayor? Si, es justo y necesario. Pero no debemos perder la perspectiva de que la unidad de 2 o 3 membretes siendo un reclamo sentido, es aún insuficiente, la apuesta mayor por la unidad es con el pueblo que está a la izquierda. Como sea debemos reconocer que nos alegra que hoy muchos hayan recogido la propuesta de elecciones primarias abiertas a la ciudadanía como uno de los mecanismos para superar el principal problema de la falta de unidad: los apetitos personales. Pero no solo se trata de eso, si no de entender que es lo que se está pidiendo cuando la gente reclama elecciones primarias. Un proceso de elecciones abierto a la ciudadanía, como ya los hemos dicho no es un asunto administrativo que solo santifique un acuerdo de cúpulas previo. Eso es precisamente lo que la gente odia y por lo que desprecian la política.

En ese sentido, nos sabe a más de lo mismo los novedosos “acuerdos políticos” que a la luz de la realpolitik se están promoviendo entre los bloques para definir una plancha, por más que luego sean validadas por elecciones primarias unitarias, no sería más que un acuerdo de cúpulas. ¿Qué significa en última instancia una elección abierta? Tomar en cuenta a la gente, lo que la izquierda no viene haciendo hace años. Para el FA las primarias deben ser un hecho político, pedagógico y popular que nos permita reconstruir el vínculo con el pueblo, donde todos tengan el derecho de participar en igualdad de condiciones, sin la monserga de las candidaturas naturales que tantos sin sabores ya nos han generado. ¿Podemos ponernos de acuerdo en eso? Estoy seguro que sí, hagámonos una por favor.


Escrito por

Diego Motta

Mi abuelo chacarero, mi abuela quechua hablante. Nací en Lima, en un barrio obrero, fui a la universidad. Barro pensante y carne actuante.


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